Auggie es un niño que nació con una deformidad facial y tuvo que pasar por 27 cirugías para sobrevivir. La película Wonder -que se ubica en el top10 de Netflix en estos días- nos cuenta el momento en el que se enfrenta a la situación de asistir a la escuela por primera vez.
La trama es inquietante frente una sociedad de estereotipos y superficialidad y conecta con algo profundamente humano. “¿Por qué soy tan feo?”, le pregunta angustiado a su madre. “Tú no eres feo Auggie”, es la respuesta esperable. “Tienes que decir eso porque eres mi mamá”, insiste el preadolescente. Y una magistral Julia Roberts ofrece una visión superadora: “¿Y no cuenta porque soy tu mamá? Cuenta más porque soy tu mamá, porque te conozco mejor que nadie. No eres feo y quien se preocupe por conocerte, lo descubrirá”. Más allá de los prejuicios y los estándares de belleza imperantes, el valor de la persona, su ser único y especial, con un aporte propio para hacer al mundo, emerge como un canto a la educación inclusiva; y los distintos diálogos con su madre, su padre y su hermana, nos llevan a la reflexión sobre el amor, el apoyo familiar, la maternidad y paternidad. La amistad, el sentido del dolor, las luchas que se desatan en el corazón de cada persona, completan el cuadro que pinta la película.
Integrar a la discapacidad: un gran desafío para los educadores
No sería posible abarcar todo lo que podría analizarse a partir de Wonder. Por eso, me animo a compartir cuatro reflexiones para la vida cotidiana de educadores y familias.
- Habitualmente, ante una situación muy dolorosa, lo primero que sentimos es la sensación de oscuridad, de que no hay una salida, de que nos encontramos como en un pozo. Auggie nos ayuda a descubrir que toda situación “pozo” puede convertirse en un túnel: en ambos hay oscuridad, pero si seguimos caminando, al final del túnel siempre aparece la luz, abriendo el camino a una nueva esperanza.
- En un diálogo conmovedor, Auggie le pregunta a su mamá, por qué es feo. “Todos tenemos cicatrices en nuestro rostro. Esta arruga me salió cuando te operaron por primera vez. Estas me salieron con la última cirugía. Este -responde la mamá señalándose el corazón- es el mapa que nos indica a dónde vamos. Y este -señalándose la cara- es el mapa que nos indica donde estuvimos. Y nunca jamás es feo”. Cada una de nuestras cicatrices (las visibles y las que llevamos en el corazón) tiene una historia para contar. La capacidad de reconciliarnos con nuestra propia biografía nos permite ver esas cicatrices con otros ojos. A la vez que cada cicatriz nos recuerda algún dolor, también nos habla de un recomenzar.
- Mirando la infancia aprendemos cosas nuevas. O recordamos valores que, a veces, la velocidad de la vida adulta se empeña en apagar. La escena en la que el director se encuentra con Julian -el niño responsable de acosar a Auggie- y sus padres, es estremecedora. Su obsesión por la apariencia y sus amenazas con dejar de apoyar económicamente a la escuela, se encuentran con el temple de un director que no está dispuesto a aceptar el bullying, pase lo que pase. Mientras se retiran advirtiendo que cambiarían a su hijo de establecimiento, Julian, a punto de irse, se da media vuelta y, mirando al director, le dice “lo siento mucho”.
- El papá de Auggie encarna el sentido del humor como compañero de camino. Habitualmente considerado como una cualidad de algunas personas, está asociado a lo temperamental. Solemos verlo vinculado a la alegría, pero no a la salud. Sin embargo, las investigaciones en el campo de la psicología lo consideran como un factor protector de la salud, como una estrategia de afrontamiento asociada a la capacidad de sobreponerse al dolor y de promover bienestar y satisfacción vital. La ciencia nos está invitando a ver el sentido del humor como una capacidad para desarrollar, como una cualidad que podemos conquistar, también para compartirla con los demás.
Tenemos mucho camino por delante para comprender la discapacidad. Desde los niveles normativos (que garantizan los derechos) hasta los edilicios (que los edificios faciliten la vida a todos). Pero el verdadero ámbito en el que se disputa el sentido de la inclusión es el corazón de cada persona. Y Wonder consigue eso: meterse en tu corazón y guiarlo hacia la esperanza.